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Hagan todo con amor

  • Foto del escritor: Mary
    Mary
  • 19 mar 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 11 sept 2019

Muchas veces en nuestra vida se presentan oportunidades maravillosas a nivel laboral, un trabajo estable, buen salario y múltiples beneficios como facilidades para estudiar y recibir tratamientos médicos, lo cual es una ventaja y nos incentiva a dar lo mejor en nuestro trabajo, pero qué pasa cuando nos vemos en una situación donde debemos ir en contra de nuestro principios para "desempeñar nuestras labores".


Hace unos años tuve un trabajo así, y al principio me sentía bastante feliz porque además de todo esto mi trabajo incluía ayudar a las personas, lo cual es algo que me llena de satisfacción, pero luego de unos meses empecé a darme cuenta de la realidad en la que trabajaba, donde muchas veces no se era sincero con los servicios que se prestaban y al final lo que habían era clientes molestos y muchos insultos. Llegue al punto de que no quería ir a trabajar y más de una vez mientras viajaba con mi mamá al trabajo lloraba y le comentaba lo difícil que se me hacía ir a trabajar ahí, porque a pesar de que trataba de hacer mi trabajo de la mejor manera y según mi fe, muchas veces terminaba siendo agredida verbalmente por los clientes y en ocasiones llegue a no sentirme digna de ser llamada “Hija de Dios”.


Tener que mentir muchas veces para tratar de calmar a las personas o reparar los errores de otros y llevar la peor parte es algo normal en muchos ambientes laborales, pero ¿qué debemos hacer cuando todas estas tareas que debes realizar día a día van en contra de tus principios y de lo que crees?


"Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia.

Ustedes sirven a Cristo el Señor. "

Colosenses 3: 23-24


Este versiculo nos recuerda que el Señor siempre espera lo mejor de nosotros, que debemos ser diferentes, ser luz donde hay oscuridad. Son estas situaciones donde se pone a prueba nuestra integridad como cristianos y que tan listos estamos para estar en el mundo sin ser del mundo .


Para mí fue una prueba muy difícil, ya que por motivos personales no podía renunciar, así que todos los días le pedía a Señor que me guiara para hacer mi trabajo con excelencia, siempre a Su servicio, a pesar de las circunstancias y que me ayudara a no perder la fe ni la fuerza para poder seguir adelante.


Ahora luego de dos años doy gracias a Dios por vivir esa experiencia, aprendí que mientras le seamos fieles y entreguemos nuestros dones a su servicio él nos proveerá lo que necesitamos, además, todo llega a Su tiempo, el tener paciencia y entregar todo en sus manos aun en el sufrimiento tiene sus frutos.


"Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano. "




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